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22 enero, 2023

UN DIOS PROHIBIDO

      Gran obra la película Un dios prohibido, dirigida en 2013 por Pablo Moreno. Trata del martirio de 41 seminaristas claretianos y de otros religiosos y seglares, asesinados todos ellos al comienzo de la guerra civil en la localidad de Barbastro (Huesca). Se cuentan las últimas semanas de su vida en el marco de la situación del pueblo, que se hallaba controlado en aquel momento por las milicias anarquistas de la CNT. Cuando hablamos de “martirio” no hablamos de una situación extrema en que unos fanáticos pudieran encontrarse porque ellos se la han buscado, situación que pudiera estar acompañada de detalles escabrosos sobre muertes y torturas, situación más propia de otras épocas… No, sino que hablamos de algo esencial a la vida cristiana, vida que es identificación con Jesucristo y “testimonio” de él ante los demás, mediante obras y palabras. Este “testimonio” o “martirio” es para vivir todos los días de la vida. Ahora bien, pudiera este testimonio de largo aliento concluir, ciertamente, en una muerte violenta, cuando la oposición al bien termina por solidificar en personas, grupos o instituciones que están dispuestas a infligir la muerte a los discípulos de Cristo por el hecho de serlo. Y cuando en esa situación extrema de enfrentamiento, aceptar la muerte (que no suicidarse) es ya la única manera de seguir viviendo con dignidad, es entonces cuando se consuma el “martirio”, que ahora lo es ya en el sentido coloquial del término. El verdadero discípulo de Cristo provoca oposición y esta misma oposición es signo precisamente de su autenticidad. Y esta historia de oposición llega hasta hoy mismo…

       En definitiva, es el odio que se enfrenta al amor y el amor que vence al odio. Cuando hablo de “amor” y de “odio” no me refiero a dos grupos perfectamente identificados, de modo que unos son los que odian y otros, sus oponentes, los que aman, una historia simple y caricaturesca de buenos y malos. En realidad, los que aman, aun habiendo hecho ya su opción fundamental, son continuamente tentados y en ello mismo purificados o perfeccionados. También pudieran caer e incluso están a punto de ello. Por otro lado, sus perseguidores, aun contando con su inicial dureza de corazón, por la impresionante fortaleza de los primeros, pueden llegar a sentirse conmovidos y replantearse su actitud. También los que son odiados llegan a preguntarse por qué son objeto de semejante animadversión y a veces se percibe al menos un inicio de autocrítica en ellos. Todos estos sentimientos y procesos mentales, de unos y de otros, aparecen magníficamente dramatizados en la película.

       Esta obra nos invita a pensar, más allá de situaciones históricas concretas (conocidas y recordadas con pasión por muchos de nuestros conciudadanos españoles), en el sentido de la vida. Cuando una vida se vive en coherencia o en fidelidad a una idea o a una persona, esa vida, al final, resulta fecunda. Además, por lo mismo, impacta en los demás. Sólo una persona coherente puede ser influyente para el bien (ahora que hay tantos “influencers” que quieren vendernos cosas innecesarias). Y una vida que no se entrega, se pierde. Y si uno vive con dignidad perseverante, la muerte será la corona de esa perseverancia, aunque sea una muerte anodina en un hospital por una pandemia de Covid. Ahora bien, en determinadas circunstancias históricas, la misma vida nos exigirá convertir nuestra muerte, inevitable de todos modos, en el testimonio supremo y radical de lo mismo que hemos vivido. La muerte, así, se presenta como una prueba a superar, la última y definitiva, prueba que, como todas las pruebas, también implica la posibilidad del fracaso.

       Esta es mi lectura de la película. Sé de sobra que otra lectura es posible, la de quienes la podrían utilizar como arma arrojadiza en contra de enemigos políticos actuales, la de quienes ven a los asesinos del pasado (los que han muerto ya, lo mismo que sus víctimas) como aquellos que han precedido a los que son ahora sus mismos vecinos pero piensan diferente. “Vosotros sois los que fusilaban en el 36…” Parece mentira que se razone así, con tal ausencia de lógica y con tanto odio, haciendo una simple identificación entre los hombres del pasado que asesinaron y los contemporáneos a quienes se detesta. Resulta que los unos inculpan silenciosamente a los otros de esos crímenes del pasado y, además, los otros se dan por aludidos porque su reacción defensiva es siempre recordar a los oponentes los crímenes de ellos, y en ello se están autoinculpando… Unos y otros se hallan recluidos, pues, en el mismo esquema mental. Realmente penoso. En fin, que los mártires de Barbastro, que ya vencieron en la batalla, rueguen por nosotros, que aún estamos en la lucha (y aún vivimos en la ignorancia).


                                                      


14 enero, 2023

CONGRESO DE BIOÉTICA

      Hace pocos días, en el programa Buenas Noticias de Televisión Española, se hablaba de un congreso de bioética que había sido organizado desde la perspectiva protestante. La presentadora Beni Moreno preguntaba al director del programa José Pablo Sánchez que qué había que pensar sobre temas tales sobre la clonación. La primera reacción de José Pablo fue decir que esa era una buena pregunta para hacer a los que habían participado en el congreso. Beni le insistió: “Sí, pero podías decir tú algo…” Para mí fue un momento feliz, mágico, pues la carcajada de la presentadora, al decir esto, coincidió exactamente con la mía, que estaba viendo el programa y que también soy Moreno de apellido. José Pablo continuó exponiendo que la Biblia no decía nada sobre temas así y que, según algunos, tendríamos entonces libertad para actuar, dado que la palabra divina no da orientaciones concretas. Ahora bien, especificó, hemos de actuar con “responsabilidad”.

      Me parece que decir eso es demasiado obvio y que hay que concretar un poco más, pues los temas que hoy tenemos a la vista en el campo de la bioética, en su complejidad técnica y con sus arduas derivaciones sociales, nos obligan de hecho a reflexionar y, para ello, a disponer previamente de unos criterios éticos que no podríamos sacar únicamente de la Biblia como quien saca consignas de acción para una batalla. Entiendo que en el mundo evangélico también admiten esto, y la prueba es que también ellos organizan congresos sobre esta difícil materia… Pero, en fin, me gustó la conversación entre Beni y Juan Pablo por lo que tuvo de ejercicio de una sana autoburla. Enhorabuena.

03 enero, 2023

NAVIDAD O SOLSTICIO DE INVIERNO

 

En estos días de Navidad, días de felicitaciones mutuas –nos deseamos unos a otros paz y felicidad, valores indudablemente humanos–, se aprecia una oscilación en cuanto a la denominación de la misma fiesta. En unos se observa un intento de secularizarla, que se refleja cuando evitan mencionar el nombre de “Navidad”, que equivale a “nacimiento” (del Salvador, según la doctrina cristiana), y prefieren hablar de “Felices Fiestas” simplemente, o incluso se aventuran a una rompedora, y tal vez retadora, denominación de la fiesta como “Solsticio de Invierno”. En otros se observa la reacción frente a esto último e insisten en que los cristianos hemos de mantener no solo la denominación sino también, por supuesto, la esencia específicamente cristiana con sus significados y sus valores propios.

     La consideración de la historia nos lleva, entiendo yo, a ser algo más tolerantes. Es preciso reconocer que la Navidad cristiana es el resultado de la “cristianización” de una fiesta pagana dentro del Imperio Romano, en el siglo IV. La tarde del 24 de diciembre los mitraístas y otros encendían fogatas para ayudar al sol a elevarse por encima del horizonte, justo el día del solsticio de invierno, cuando el periodo diurno es más corto. Y unas décadas atrás, en 274, el emperador Aureliano había constituido en oficial el culto del “Sol Invictus”, modo de culto en que sería más tarde educado el propio Constantino. No se tardó en identificar simbólicamente a Cristo, quien realmente ilumina a los cristianos, con el astro que rige nuestros días. Por eso se consideró convencionalmente que Cristo nació un 25 de diciembre. A poco atentamente que se lean los relatos de la infancia en los evangelios de Mateo y de Lucas, se observará que no aparece nada relativo a una fecha de invierno, o de ninguna otra etapa del año, para situar cronológicamente el nacimiento del Mesías. Este procedimiento de fijar las fiestas en el calendario se rige por el criterio de “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”. Y es un procedimiento utilizado por todas las religiones, sin que pueda atribuirse en exclusiva al cristianismo. Luego bien podemos decir que una fiesta que fue “pagana” en su origen se transmutó en “cristiana” sin demasiados traumas y más tarde, es decir, ahora, se está transmutando de nuevo en cuanto que se cambia otra vez el significado: se le quita lo que tiene de específicamente cristiano, que es nada más y nada menos que el dogma central del cristianismo, la Encarnación. Así que no cabe quejarse, aunque sí se hace preciso mantener la coherencia de aquellos que nos confesamos cristianos para dar un testimonio convincente, con motivo de esta fiesta, de aquello en que creemos.

       Es como si hubiera una permanencia del “tiempo festivo” por encima o por debajo de las diversas religiones concretas que lo ocupan en momentos sucesivos. Sin duda que la dimensión festiva es esencial al ser humano, como lo es también la religiosa. Parecido fenómeno puede observarse con relación al “espacio sagrado”. Sin salir de nuestro país nos encontramos con numerosas iglesias o catedrales que se erigieron en el mismo espacio que habían ocupado anteriormente las medievales mezquitas musulmanas, integrando a veces determinados elementos arquitectónicos de ellas. Ahora bien, no se puede decir que las mezquitas fuesen lo “original”, pues ellas se edificaron en determinados casos sobre iglesias visigodas o cristianas en general, las que, a su vez, se construyeron en muchas ocasiones sobre templos romanos. A lo que habría que añadir que los romanos reaprovecharon a veces los santuarios religiosos que había en la época prerromana, dando a sus propios dioses nuevas denominaciones de acuerdo con los teónimos indígenas, y buscando fusionar los cultos nuevos con los antiguos…

       Podéis ver fotos de la hermosa catedral renacentista y barroca de Guadix, que visité en los días anteriores a la Navidad, en el emplazamiento de la antigua mezquita musulmana. Por cierto que, desde la elegante torre del siglo XVIII, se pueden apreciar bien los restos romanos que hace pocos años fueron descubiertos en la plaza aledaña, entre ellos los de un teatro. Así que Feliz Navidad a todos.




                                       




                                           


                                         

                                            




                                            

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