En estos días de Navidad, días de felicitaciones mutuas –nos deseamos unos a otros paz y felicidad, valores indudablemente humanos–, se aprecia una oscilación en cuanto a la denominación de la misma fiesta. En unos se observa un intento de secularizarla, que se refleja cuando evitan mencionar el nombre de “Navidad”, que equivale a “nacimiento” (del Salvador, según la doctrina cristiana), y prefieren hablar de “Felices Fiestas” simplemente, o incluso se aventuran a una rompedora, y tal vez retadora, denominación de la fiesta como “Solsticio de Invierno”. En otros se observa la reacción frente a esto último e insisten en que los cristianos hemos de mantener no solo la denominación sino también, por supuesto, la esencia específicamente cristiana con sus significados y sus valores propios.
La consideración de la historia nos lleva, entiendo yo, a ser algo más tolerantes. Es preciso reconocer que la Navidad cristiana es el resultado de la “cristianización” de una fiesta pagana dentro del Imperio Romano, en el siglo IV. La tarde del 24 de diciembre los mitraístas y otros encendían fogatas para ayudar al sol a elevarse por encima del horizonte, justo el día del solsticio de invierno, cuando el periodo diurno es más corto. Y unas décadas atrás, en 274, el emperador Aureliano había constituido en oficial el culto del “Sol Invictus”, modo de culto en que sería más tarde educado el propio Constantino. No se tardó en identificar simbólicamente a Cristo, quien realmente ilumina a los cristianos, con el astro que rige nuestros días. Por eso se consideró convencionalmente que Cristo nació un 25 de diciembre. A poco atentamente que se lean los relatos de la infancia en los evangelios de Mateo y de Lucas, se observará que no aparece nada relativo a una fecha de invierno, o de ninguna otra etapa del año, para situar cronológicamente el nacimiento del Mesías. Este procedimiento de fijar las fiestas en el calendario se rige por el criterio de “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”. Y es un procedimiento utilizado por todas las religiones, sin que pueda atribuirse en exclusiva al cristianismo. Luego bien podemos decir que una fiesta que fue “pagana” en su origen se transmutó en “cristiana” sin demasiados traumas y más tarde, es decir, ahora, se está transmutando de nuevo en cuanto que se cambia otra vez el significado: se le quita lo que tiene de específicamente cristiano, que es nada más y nada menos que el dogma central del cristianismo, la Encarnación. Así que no cabe quejarse, aunque sí se hace preciso mantener la coherencia de aquellos que nos confesamos cristianos para dar un testimonio convincente, con motivo de esta fiesta, de aquello en que creemos.
Es como si hubiera una permanencia del “tiempo festivo” por encima o por debajo de las diversas religiones concretas que lo ocupan en momentos sucesivos. Sin duda que la dimensión festiva es esencial al ser humano, como lo es también la religiosa. Parecido fenómeno puede observarse con relación al “espacio sagrado”. Sin salir de nuestro país nos encontramos con numerosas iglesias o catedrales que se erigieron en el mismo espacio que habían ocupado anteriormente las medievales mezquitas musulmanas, integrando a veces determinados elementos arquitectónicos de ellas. Ahora bien, no se puede decir que las mezquitas fuesen lo “original”, pues ellas se edificaron en determinados casos sobre iglesias visigodas o cristianas en general, las que, a su vez, se construyeron en muchas ocasiones sobre templos romanos. A lo que habría que añadir que los romanos reaprovecharon a veces los santuarios religiosos que había en la época prerromana, dando a sus propios dioses nuevas denominaciones de acuerdo con los teónimos indígenas, y buscando fusionar los cultos nuevos con los antiguos…
Podéis ver fotos de la hermosa catedral renacentista y barroca de Guadix, que visité en los días anteriores a la Navidad, en el emplazamiento de la antigua mezquita musulmana. Por cierto que, desde la elegante torre del siglo XVIII, se pueden apreciar bien los restos romanos que hace pocos años fueron descubiertos en la plaza aledaña, entre ellos los de un teatro. Así que Feliz Navidad a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en el blog.
Se respetuoso, este blog tiene habilitada la moderación de comentarios.
Los autores del blog deben aprobar todos los comentarios.