José Luis Mira expone en el presente artículo las líneas definitorias del movimiento hippie, del que él tuvo una experiencia directa a partir de su participación en el movimiento musical de aquellos años. Desde el punto de vista de la evolución de la sociedad posterior a la Segunda Guerra Mundial, con un crecimiento rápido de la economía y un incremento del materialismo reinante, el movimiento hippie representa la “exaltación del lado hedonista de la existencia humana”. Bien pudiera decirse que el hedonismo es en parte producto de esa expansión socioeconómica y es en parte reacción contra él, pues en una sociedad materialista la “unidimensionalidad” del modelo de hombre productor y consumista que se ofrece a los jóvenes resulta agobiante y puede provocar en algunos, a partir de ese hartazgo, el interés por una nueva forma de vida que valora el momento presente vivido con intensidad y que se despreocupa del futuro. Ahora bien, este tipo de espiritualidad presentista enlaza claramente con un determinado tipo de filosofía y de religión, que en principio tiende hacia Oriente, pero que no deja de valorar al final también una forma de cristianismo, por supuesto cristianismo vivencial y nada institucional. De este modo el movimiento hippie, que en sí mismo duró pocos años, se abrió al “advenimiento de una conciencia escatológica” y encuentra una cierta continuidad en el Movimiento de la Nueva Era que ha dominado en las décadas siguientes.
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