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24 enero, 2025

Catedral San Esteban, Viena (Austria)

                       


                     




       La catedral de Viena es una de las más destacadas de Europa. Se cumple en ella la norma general de que en el mismo lugar sagrado se van levantando sucesivamente edificios que pertenecen a estilos artísticos diferentes, conservando a veces el nuevo edificio partes del anterior. Esta norma de continuidad del espacio sagrado ha tenido una aplicación aún más afilada cuando el mismo edificio, con más o menos modificaciones, ha servido para el culto de una comunidad religiosa distinta: iglesias que se han convertido en mezquitas, mezquitas que se han convertido en iglesias, templos paganos que se han adoptado como templos cristianos o musulmanes. El caso es que sobre la catedral de Viena podría haberse dado una circunstancia semejante. Esta hermosa ciudad tiene la particularidad histórica de que al menos en dos ocasiones ha estado a punto de caer bajo el dominio turco. Se habla de los dos sitios de Viena, que tuvieron lugar en 1529 y en 1683. En ambos casos, diferentes países europeos prestaron su ayuda militar a los gobernantes Habsburgo de la ciudad. Tras la derrota de los turcos en 1683, se inició la decadencia de su imperio, que sólo iría perdiendo ya territorios en Europa y en otros lugares.

       Puede uno imaginar tal vez qué habría pasado con la catedral de Viena en el caso de haberse consumado el pretendido dominio turco, y por tanto musulmán, sobre el país. Una iglesia emblemática como Santa Sofía de Constantinopla fue adaptada como mezquita. Tal vez en el caso de cambiar los dominadores de la ciudad se habría permitido la continuación del culto cristiano en el edificio, pues los turcos no se caracterizaron por suprimir necesariamente otros cultos que no fueran musulmanes. De todos modos, la belleza de los templos, sean de la denominación que sean, tendría que ser para todos un lugar de encuentro, pues la belleza es uno de los “trascendentales” del ser y siempre nos puede conducir, si estamos espiritualmente dispuestos, hacia lo “trascendente”, valga el juego de palabras.

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