La catedral de Amiens (departamento de Somme) es la más grande de Francia y una de las mejor conservadas. Su construcción se inició en 1220. Destacan en ella sus imponentes naves, el laberinto que aparece representado en una parte del pavimento de la nave central y la posesión de la reliquia de una parte del cráneo de San Juan Bautista. San Fermín, nacido en Pamplona, fue, según la tradición, el primer obispo de la ciudad. En el deambulatorio se hallan representadas, mediante unos excelentes relieves de la época renacentista, su llegada a la ciudad, la evangelización de la misma, su martirio y el hallazgo posterior de su cuerpo. La fachada principal es una obra maestra de la escultura gótica. Hay tres portadas, cada una con su parteluz y su estatua correspondiente. Destaca la figura de la portada central, que recibe el nombre de “Beau Dieu”, una imagen de Cristo como juez, de pie, que posee ciertamente una gran belleza. La imagen nos remite a la Belleza como trascendental del Ser, es decir, como condición que, en una u otra medida, se encuentra por doquier en toda la Creación, en cada uno de los seres particulares que reflejan, a su modo particular, la Belleza divina.
Bienvenidos al Blog de Javier Moreno Pampliega. En este sitio encontrarás una reflexión sobre el tema filosófico de la verdad y sobre las religiones en cuanto portadoras de tal verdad.
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10 junio, 2023
30 mayo, 2023
CATEDRAL DE RUÁN
La catedral de Ruán (Normandía, Francia) es una de las más imponentes joyas del arte gótico. En su fachada se aprecian dos torres, una al norte, la de San Román, y otra al sur, llamada “Tour du Beurre”. Debe esta denominación a la manera como fue financiada su construcción, por las limosnas que los fieles ofrecían para poder ser eximidos de la prohibición de la “mantequilla” en el tiempo de Cuaresma. Es patente que en la Edad Media se recurría a este tipo de métodos para conseguir dinero, más allá del sentido auténticamente cristiano que tienen la limosna, una manera de compartir y de desprenderse de lo material, y las prácticas ascéticas, que tienden a un mayor dominio de las propias tendencias corporales. Además de esto, el simbolismo de cualquier torre, no sólo en el cristianismo sino también en otras religiones, apunta también al desprendimiento de los bienes humanos, a los que no se trata de renunciar, lo que sería renunciar a la vida. Por el contrario, los bienes humanos de todo tipo se “disfrutan”, se “agradecen” y se “comparten”. Es lo que, mediante un acróstico, podríamos llamar DAC. Vividos de este modo, los bienes humanos lo son en Dios, lejos de apartarnos de Él.
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