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15 julio, 2025

"HIJOS DE PUTA"

 

                            




       En nuestro país funciona como insulto, el más grave de todos, el de “hijo de puta”. Además, para mujeres, el de “puta”. Ambos son susceptibles de ser analizados y, de resultas de ello, revisados. Porque, siendo el lenguaje un instrumento que cambia con el tiempo, nunca se puede proclamar como inmutable. Antes bien, habrá que modelar el lenguaje de acuerdo a los valores que son realmente vigentes.

       Ambos adjetivos están suponiendo que es malo ser una “puta”, que sería el término vulgar para denominar a una mujer que ejerce la prostitución. Tradicionalmente se ha considerado que tal cosa implica un vicio, un vicio de la misma persona que practica sexo a cambio de una prestación económica. Hoy en día hay una tendencia que es la de los “abolicionistas”. Éstos ven a la prostituta como una víctima, víctima de un sistema (machista o patriarcal) y víctima de una serie de personas concretas que son explotadores, entre los que se cuentan quienes se lucran con el negocio y quienes participan como clientes. Otros vemos el tema de otra forma, pensamos que se trata de una actividad legítima en cuanto forma parte de la libertad sexual y de la libertad de comercio y que hay que regularizarla, precisamente para aislar y perseguir a las mafias, discerniendo a las personas que están propiamente esclavizadas de las que tienen libertad. (Por cierto, que no vale decir que no son libres porque se vean abocadas por su situación socioeconómica a tal oficio, pues en esa situación se encuentran en realidad una mayoría considerable de las personas que trabajan.)

       Pero, en fin, voy a lo que quiero ir. Tanto si son víctimas a las que hay que liberar como si son personas que practican una actividad legítima, en ninguno de los dos casos habrían de ser objeto las prostitutas (como tampoco los prostitutos) de ningún género de reprobación o desprecio. Y un segundo paso en la argumentación. Aunque fueran objeto de una justificada reprobación, ¿a título de qué habría de trasladarse esa reprobación a los hijos? Como se suele decir, ¿qué culpa tienen ellos? ¿Es que vamos a participar de la antigua mentalidad bíblica y corporativa por la que los descendientes sufren el castigo, o la venganza, por las faltas de sus ascendientes?

       Por estos motivos digo que deberíamos olvidarnos de un insulto que ya no se corresponde con la mentalidad actual.

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